Conversaciones Ancap... una pausa en nuestra lucha.

Hago este primer post “Libertario” en mi querido y abandonado “Blog del Tucu”, para hablarle a mis amigos Anarcocapitalistas. Pero están todos invitados a leer. Si les pica la curiosidad sobre lo que estoy hablando... no duden en preguntar en los comentarios.





Pensaba que mi primer mensaje desde este lugar iba a ser para contar otras cosas… pero sentí la necesidad de charlar un rato con quienes piensan parecido a mí. Sobre todo con aquellos chicos, muy jóvenes, que con toda su sangre hirviendo, se lanzaron contra el mundo a querer llevárselo por delante. Me encanta el entusiasmo que tienen y valoro las buenas intenciones con que lo hacen… pero deseo que se tomen todo con calma y con mucha sabiduría. El Anarcocapitalismo es una revolución, sí… pero es una revolución interna… del espíritu.

Soy bastante tolerante con todo el mundo (excepto con los Kirchneristas, los zurdos y los hinchas de Velesh)... Nah broma… Como decía: Soy muy tolerante, pero llega un punto en el que me comienzo a enojar.
Hay algunos chicos que, aunque no dudo de sus buenas intenciones, creo que se están pasando de la raya con el tema de clasificar a colegas liberales, por sus propias valoraciones de lo que significa ser un buen o mal liberal.
Lo que más me duele, es que varios de ellos se dicen “Ancap”.

Por esta razón quiero dejar en claro un par de cositas:

Primero, quiero decirles que utilicen más seguido el término Anarcocapitalista. La abreviatura Ancap, es para utilizarla de vez en cuando. Hay otras formas de llamar al Anarcocapitalismo que también son muy agradables y justas con la ideología: Anarquía de libre mercado, Anarquía de propiedad privada, Austroanarquismo, y muchas más. Podrán ver que, en mi caso, utilizo una denominación para cuando hablo de un futuro mundo ideal: “Sociedad libre”. Me parece hasta romántica esa forma de llamar a la sociedad con la que soñamos todos los liberales que tuvimos la suerte de mirar más allá de lo que nos rodea.
Ancap suena divertido, dentro de nuestros círculos liberales entendemos perfectamente que significa… pero fuera… en el barro de socialistas y estatistas, de zombies y de gente común… suena raro. Confunde. Cualquiera diría que se trata de alguna marca de caños para plomería o de algún tipo de comida rara, de esas que comen los vegetarianos.
Usemos y destaquemos el término ---Capitalismo… Es una palabra hermosa, que nos define, que nos inspira. No hay mejor palabra para denominar el sistema que tanto bien le ha hecho a la humanidad. O usemos Sociedad Libre… para que destaquemos que queremos libertad, pero también sociedad, civilización.




Segundo, tratemos de alejarnos del fundamentalismo. Es dañino para nuestras ideas. El peor sopapo que me podrían haber dado, me lo dio mi vieja hace unos días, cuando viendo los desmanes en el Congreso en la tele, me dijo: “Mirá como tiran piedras tus amigos anarquistas”.
Tuve que explicarle de que se trata nuestro ideario… Espero que le haya quedado claro y que deje de pensar que, en lugar de estar en casa cuidando a sus nietos, ando armando bombitas molotov. Tranquila, má… Estoy en otra sintonía.
Nuestras ideas no son así de reaccionarias. No. Son hiperrazonadas y recontra debatidas.
En medio de una discusión de cómo debería ser x cosa referida al Estado, luego de argumentar las, para nosotros, mejores medidas que deberían tomar los gobernantes, aclaramos que a pesar de lo que estamos diciendo, tenemos una mejor solución. Una más elevada. Más justa. Y ahí recién sugerimos alguna de las tantas soluciones anarcocapitalistas a los problemas actuales.
Si salimos con los tapones de punta, gritando “Abajo el Estado” “Muerte a los sabuesos de la AFIP” “Democracia, LTA!”… Estamos fritos… ya les conté lo que pensaba mi vieja sobre mí.
Calma chicos, toda la herencia del liberalismo clásico y las enseñanzas y fortaleza intelectual que nos legó la Escuela Austriaca, nos llenan de argumentos para enfrentar la “Batalla de las ideas” con calma y con sabiduría.

Tercero, y aquí activo, no el liberalómetro, sino el anarcómetro. Ser Anarcocapitalista encierra un montón de cosas, muchas… y mucho más elevadas que andar gritando improperios al Estado.
Llegar a ser parte de esta corriente de pensamiento, requiere de una enorme inversión de tiempo y sacrificio, puesta en la lectura, el estudio, el debate puertas adentro del liberalismo.
No se despierta uno una mañana, y sale a la calle, así sin más, a voltear instituciones estatales.
Una de las principales virtudes de los Anarcocapitalistas, tiene que ser lo que yo llamo, la autorefutación.
Cuando somos simples liberales, llega un momento en que nos autocuestionamos nuestra idea de un Estado bueno y eficiente. Solo así podemos llegar a la posición de Libertarios. Una vez allí, comenzamos a plantearnos que si el Estado no es bueno como creíamos, lo saquemos de casi todas las áreas de nuestras vidas. Y es entonces que nos volvemos Minarquistas. Hasta que luego de continuas autorefutaciones, nos damos cuenta que esas ultimas injerencias estatales (seguridad, justicia y defensa) tampoco son menester del Estado. Recién ahí nos damos cuenta de que somos Anarcocapitalistas.

Pero para recorrer todo ese camino, debemos estudiar, investigar, plantearnos problemas y tratar de resolverlos, con teorías tomadas de nuestros referentes, o con nuestras propias teorías.
Debemos ser calmos… contra viento y marea. Pacientes y sabios. Tolerantes y docentes. No debemos andar por ahí vomitando nuestro odio al aparato coactivo del Estado.
Si salimos a la cancha, solo con ese “modus operandi” y con casi nulos conocimientos, con tan solo un par de citas de Mises y Rothbard sacadas de Wikiquote… no habrán muchas diferencias con respecto a los tirapiedras de la izquierda desvergonzada.

Murray N. Rothbard

 
Debemos ser conscientes de que los anarquistas que venimos imbuidos de las ideas de la Escuela Austriaca, tenemos los argumentos más bellos y sólidos que hay… y debemos “enseñarlos”… nunca debemos adoctrinar. No debemos buscar zombies que repitan frases de Hoppe… necesitamos reclutar gente sabia, razonable.
La primer revolución que llevamos adelante los anarcocapitalistas, no es en las calles, ni en los edificios gubernamentales. La Revolución Ancap se da en nuestras mentes y corazones. Es una revolución espiritual, individual… una revolución privada.

Debemos luchar por convertir al Anarcocapitalismo en el norte de todo el liberalismo. Hay liberales grandiosos, que están luchando a capa y espada, en las lides del estatismo… por conseguirnos aunque más no sean un par de libertades. Los respetemos y apoyemos. No los espantemos con un sectarismo que no conduce a otra cosa que la mismísima extinción.

Ser anarcocapitalista es hermoso, es relajado. Vemos el mundo de otra manera. Una visión positiva al 100%. Una visión esperanzada y esperanzadora. Seamos liberales puros: No la impongamos… compartámosla.

Pronto voy a volver a mi blog, a hablar de otras cosas referidas a las ideas de la libertad. Hasta entonces… les dejo un fuerte abrazo. Y como dice el gran Javier Milei:

¡Viva la libertad, carajo!

Na’ más!




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